Gracias al aceite de oliva

[Annesdy Tellado]

Estaba por comenzar la visita guiada de oleoturismo, esto es una modalidad que se práctica en algunas regiones de España, África, Arabia y el Mediterráneo. El lugar permite conocer con profundidad el aceite de oliva, mientras que disfrutas sobre la cultura que rodea el mundo del olivo. Rita estaba por llegar a las instalaciones, había estado por mucho tiempo en un tráfico. Sin importarle que era tarde para disfrutar y aprender de esta gastronomía, decide llegar al lugar.

Ella aspiraba a trabajar para una compañía que vendía aceites de oliva y era muy importante dominar por completo sobre el tema, ya que en tan solo unos cuantos días tendría la entrevista de empleo. Al llegar a las instalaciones se percata que ya el grupo había comenzado el recorrido. Ella, muy animada, pidió que la trataran de incluir en el último grupo, pero ya se había perdido valiosa información. Al darse de cuenta que sus intentos fueron fallidos, decidió marcharse del lugar. Caminaba lentamente mirando a sus alrededores.

“Parece que tendré que conformarme con la información del Internet”.

Cuando estaba a punto de subirse al coche, un chico llega hasta su puerta.

–La estoy llamando desde la salida, pero parecía no escucharme.

Parece que Rita se hundió en sus pensamientos y no logró escuchar al muchacho.

El hombre se presentó como Juan, uno de los guías de la instalación y le ofreció un recorrido por el olivar, a lo cual ella accedió. Juan le brindó la información que ella necesitaba para su gran entrevista de empleo; ella estaba maravillada por el conocimiento que tenía el chico sobre el aceite de oliva. A medida que iba pasando el día, tomaron un descanso y se sentaron entre las olivas, a la sombra, mientras que conversaban y sonreían.

–No te muevas –dijo Juan.

Rita no paraba de reírse.

–Actúas como un loco.

–Rita, te dije que no te movieras, por favor.

Rita se quedó casi inmóvil, mientras que Juan sacaba de su mochila una libreta y un lápiz y después de varios minutos le entregó a la joven un dibujo de ella, sentada en el olivar.

–Es maravilloso, te quedó lindo. La mejor caricatura que he visto en mi vida.

–No tengo la menor duda, con una modelo como tú, no fue difícil realizarlo. También puedo decir que es el dibujo más lindo que he caracterizado en mi vida.

–Me imagino que a todas las turistas les realizas un dibujo y les terminas diciendo lo mismo.

–No, tú eres la primera que dibujo fuera de mi núcleo familiar o modelos de las clases de artes.

–Supongo que te tengo que creer.

–Supones bien.

Rita y Juan se quedaron mirando, hasta que una de las empleadas pidió la presencia de Juan.

–Creo que te llaman.

–Sí.

Mientras que Juan hablaba con una de sus colegas de trabajo, Rita lo miraba ilusionada. Luego de suspirar por varias ocasiones y mirar de reojo a su nuevo amigo, Rita decide que es momento de marcharse, el día había pasado demasiado rápido. Ella camina hacia Juan y se despiden; luego que Rita se retiró, el chico lamentó no haberle pedido su número de teléfono móvil, ni siquiera le preguntó si tenía redes sociales. Este encuentro fue muy extraño para ambos, ya que ellos no eran personas de enamorarse con facilidad, inclusive llegaron a pensar en algún momento de sus vidas que el amor no existe y si existiera, ellos no eran parte del mayor grupo selecto de encontrar esa persona especial.

Llegó el momento del día de la entrevista; ella estaba un poco atrasada, pero se detiene en una cafetería, ya que nunca podía pasar por alto su café mañanero. Al mirar  el reloj se apresura, ya que si no lo hacía llegaría tarde a la entrevista, así que abrió la puerta del local sin mirar y saliendo con gran velocidad, tropezó y viró su café en Juan. El chico estuvo a punto de insultarla hasta que al mirarla se percató de que era la chica que había conocido días antes.

–Lo siento, es que voy tarde para la entrevista…

–Al parecer la puntualidad no es tu don más fuerte.

Ambos se miraron tímidamente.

–Juan.

–Rita.                                                                                                                                            Ellos tenían sus agendas comprometidas, pero sus miradas hicieron que el tiempo de cada uno se sincronizara y que sus mundos se detuvieran para unirse y formar un nuevo destino donde ambos se acompañaran. Cuando estaban a punto de besarse, Rita miró el reloj y escribió en las manos de Juan su número telefónico.

–Lo lamento Juan, hoy es la entrevista.

–Éxito… A propósito, gracias por dejarme tu número.

Rita  llegó al lugar de la entrevista de trabajo. Para su suerte, el reclutador de recursos humanos no había llegado, inclusive la secretaria del caballero se disculpó por el atraso, tras el cual Rita no pudo ocultar su cara de felicidad. Mientras que llenaba unas hojas que les repartieron a todos los candidatos, su teléfono móvil vibró, dejando un mensaje de parte de Juan que decía:

– “Eres una luz, un ser especial, estoy bien seguro que vas a conseguir el empleo,  ellos no se pueden darse el lujo de no emplearte. Gracias por el            número, en breve  te envío el mío”.

Ese mensaje hizo sentirse a Rita muy segura de sí misma, y acompañada de risas, ya que Juan no tenía que enviar ningún número, ya que se marcó cuando él le envío el mensaje de texto. Rita consiguió el trabajo y a la primera persona que se lo notificó fue a Juan.

– “Conseguí el empleo”

– “Sabía que lo lograrías, nunca dejes de creer en ti, nunca dudes de tus capacidades”.

El reclutador de recursos humanos la dirigió a que conociera al dueño de la compañía. Cuando entró a la oficina, lo reconoció inmediatamente.

–Tú?

–Yo.

Ambos se sonrieron mutuamente.

–No sabía que tú –dijeron a la misma vez, mientras mostraban otra sonrisa tímida.

El reclutador de recursos humanos soltó una pequeña sonrisa y se retiró.

–Así que esta es la famosa entrevista. Debí imaginarlo, realmente había olvidado que estábamos en búsqueda de personal. ¿Sabes? Eso no tiene nada que ver, ¿cuál era la posibilidad de que terminaras trabajando en mi compañía? Por favor toma asiento.

Se quedaron en silencio por varios minutos, nadie realizaba ningún tipo de comentario. Rita no sabía cómo comportarse, tratarlo como el hombre que conoció en la visita de oleoturismo, ese empleado que le enseñó casi todo lo que sabe, el que la dibujó y al que durante esa misma mañana le arrojó su café, terminando la aventura compartiendo su número telefónico.

–Rita, es un poco incómodo…

–Sí, igual para mí.

–Déjame terminar…

–Sí, Juan, digo perdón jefe. Señor.

–No me tienes que decir señor. Te propongo otra oferta. Pero solo quiero que me contestes una pregunta, ¿si tú no fueras mi empleada, podrías seguir siendo la modelo de mis dibujos, la que sonríes conmigo, la que me arrojas café en la mañana? ¿Te irías de marcha conmigo?… lo que intento decirte es que quiero que me acompañes a conocer  la vida, más allá de esta empresa, quiero que compartamos el mismo mundo. Sé que es una locura, pero si no fueras mi empleada,  ¿te atreverías a unir tu mundo con el mío?

El tiempo de Rita se detuvo nuevamente, pensó en muchas posibilidades, pero decidió dejar la lógica a un lado y contestarle con el corazón.

–Si no fuera tu empleada tendría todas las citas que quieras. Te arrojaría café cuantas veces fuera necesario.

–Con una fue suficiente –ambos se rieron.

–Pues sabes, Rita, estás despedida.

–¡Que casualidad! Yo te iba a preguntar, ¿dónde firmo mi renuncia de empleo?

Ambos acercaron sus labios y firmaron con sus besos el contrato más serio y leal del mundo, el de noviazgos y posteriormente de matrimonio, gracias al aceite de oliva.

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